Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2040 las hepatitis víricas podrían ser más letales para la población que la malaria, la tuberculosis y el VIH juntos.

De los cinco tipos de hepatitis que hay, las hepatitis B y C son las que mayor impacto tienen en la salud. La hepatitis C se puede curar; sin embargo, solo el 21 por ciento de las personas infectadas están diagnosticadas y solo el 13 por ciento han recibido tratamiento. Solo el 10 por ciento de las personas que viven con hepatitis B crónica están diagnosticadas

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¿Qué es la hepatitis C?

La hepatitis C es una infección viral causada por el virus de la hepatitis C (VHC) que afecta principalmente al hígado.

La hepatitis C fue descubierta como una entidad clínica en 1989, aunque el virus de la hepatitis C (VHC) en sí mismo fue identificado un poco antes, en 1988. Antes de ese momento, se conocían otras formas de hepatitis viral, como la hepatitis A y la hepatitis B, pero se sabía que había casos de hepatitis que no podían ser atribuidos a ninguno de esos virus conocidos.

¿Cómo se transmite la hepatitis C?

La hepatitis C se transmite principalmente a través del contacto directo con sangre infectada con el virus de la hepatitis C (VHC). Las formas más comunes de transmisión incluyen:

1. Relaciones sexuales sin protección: la hepatitis C se puede transmitir mediante el contacto sexual con una persona infectada. Las prácticas sexuales que podrían transmitir el virus de la hepatitis C son aquellas que involucran el contacto directo con sangre infectada o fluidos corporales que contienen el virus.

Estas prácticas incluyen:

  • Relaciones sexuales sin protección si hay sangre presente debido a heridas abiertas, llagas o menstruación.
  • Sexo anal sin protección: la mucosa del recto es más propensa a desgarrarse y sangrar, lo que aumenta el riesgo de transmisión.
  • Uso compartido de juguetes sexuales si entran en contacto con sangre y luego se utilizan con otra persona.
  • Fisting o penetración con la mano: esta práctica puede causar abrasiones o heridas en los genitales, lo que podría facilitar la transmisión.
  • Prácticas sexuales que implican el uso de objetos punzantes o cortantes: compartir agujas, cuchillas de afeitar o instrumentos similares puede transmitir el virus.

2. Compartir agujas y otros equipos de inyección para consumir drogas intravenosas es una vía de transmisión. El uso compartido de rulos o tubos para esnifar drogas también puede transmitir la hepatitis C.

3. Transfusiones de sangre no seguras: en el pasado, la hepatitis C solía transmitirse a través de transfusiones de sangre o derivados contaminada. El análisis de la sangre en España para evitar la transmisión de la hepatitis C en las transfusiones se intensificó y mejoró significativamente en la década de 1990.

4. Reutilizar instrumentos médicos o para la realización de tatuajes y piercings si no están debidamente esterilizados.

5. La transmisión vertical, en la que las personas gestantes con hepatitis C pueden transmitir el virus durante el embarazo y el parto. También a través de la lactancia.

¿Qué síntomas tienen las personas con hepatitis C?

Las personas con hepatitis C pueden experimentar una amplia variedad de síntomas, pero en muchos casos la hepatitis C puede ser asintomática durante un período prolongado. Algunas personas pueden vivir con la infección durante décadas sin saberlo porque no presentan síntomas evidentes.

Los síntomas más comunes de la hepatitis C incluyen

Fatiga y debilidad.
Dolor abdominal.
Pérdida de apetito.
Náuseas y vómitos.
Orina oscura. Heces pálidas.
Ictericia (coloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos).

¿Cómo se diagnostica la hepatitis C?

El diagnóstico de la hepatitis C generalmente se basa en una combinación de síntomas clínicos, antecedentes de exposición al virus y pruebas de laboratorio (análisis de sangre y pruebas de función hepática).

¿Se puede tratar y curar la hepatitis C?

Sí, la hepatitis C es una infección que se puede tratar y, en muchos casos, curar con los avances médicos actuales. Los objetivos del tratamiento de la hepatitis C son reducir la carga viral del virus en el cuerpo, prevenir el daño hepático y, en última instancia, lograr la curación, que se define como la eliminación del virus de la hepatitis C del organismo.

Es importante destacar que la curación de la hepatitis C no proporciona inmunidad contra reinfecciones futuras.

¿Cómo evoluciona la hepatitis C si no se trata?

En algunos casos, el sistema inmunológico del cuerpo puede eliminar la infección viral de forma espontánea durante las primeras etapas de la infección, pero esto ocurre en una minoría de personas. La mayoría de las personas infectadas con hepatitis C desarrollan una infección crónica que persiste a menos que se trate adecuadamente.

Cuando la hepatitis C no se diagnostica ni se trata adecuadamente, puede tener varias consecuencias para la salud, que incluyen:

Daño hepático: la hepatitis C es una causa importante de enfermedad hepática crónica. Con el tiempo, la infección viral activa puede provocar inflamación crónica en el hígado, lo que lleva a una condición conocida como hepatitis crónica. Esto puede progresar a una fibrosis hepática, donde el tejido del hígado se vuelve cicatricial y se endurece.

Cirrosis: en casos avanzados de hepatitis crónica no tratada, la fibrosis hepática puede evolucionar hacia la cirrosis hepática. La cirrosis es una condición en la que el hígado está dañado irreversiblemente y presenta cicatrices extensas. La cirrosis puede afectar gravemente la función hepática y aumenta el riesgo de complicaciones graves, como insuficiencia hepática y cáncer de hígado.

Cáncer de hígado: la hepatitis C crónica no tratada también puede aumentar significativamente el riesgo de desarrollar carcinoma hepatocelular, que es el tipo más común de cáncer de hígado.

Enfermedades hepáticas en etapa terminal: la progresión no tratada de la hepatitis C a la cirrosis y el cáncer de hígado puede llevar a la insuficiencia hepática, lo que significa que el hígado ya no puede funcionar adecuadamente. En esta etapa, puede ser necesario un trasplante de hígado para sobrevivir.

¿Cómo se puede prevenir la hepatitis C?

De manera general, la hepatitis C se puede prevenir:

1. Evitando el uso compartido de agujas, jeringas u otros equipos de inyección en el uso de drogas inyectables, así como el uso compartido de rulos o tubos para esnifar drogas.

2. Asegurándonos de que todos los equipos médicos, odontológicos, y los utilizados en la realización de tatuajes o piercings estén debidamente esterilizados.

3. Durante las relaciones sexuales:

  • Utilizando preservativos y barreras de protección.
  • Evitando lesiones o desgarros en los genitales que tengan presencia de sangre.
¿Qué relación existe entre la hepatitis C y el VIH?

La hepatitis C y el VIH pueden estar relacionados debido a factores de riesgo comunes y a la posibilidad de coinfección en algunas personas.

Factores de riesgo compartidos: ambos virus pueden transmitirse a través del contacto directo con sangre infectada. Las personas que se involucran en prácticas de riesgo, como compartir agujas o equipo para inyectarse drogas, tienen un mayor riesgo de contraer tanto la hepatitis C como el VIH.

Coinfección: algunas personas pueden tener ambos virus al mismo tiempo, lo que se conoce como coinfección. La coinfección con hepatitis C y VIH es relativamente común, especialmente en poblaciones con mayor riesgo de exposición a estas infecciones, como personas que se inyectan drogas o que tienen relaciones sexuales de alto riesgo. La coinfección puede complicar el tratamiento y el manejo de ambas enfermedades y aumentar el riesgo de daño hepático y otras complicaciones.

Impacto en la progresión de la enfermedad: la coinfección con VIH y hepatitis C puede acelerar la progresión de ambas enfermedades. Las personas con coinfección tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedad hepática avanzada, como cirrosis, y pueden experimentar una respuesta menos efectiva al tratamiento de la hepatitis C.

Consideraciones en el tratamiento: cuando una persona tiene tanto hepatitis C como VIH, se deben tener en cuenta ambas infecciones al planificar el tratamiento.

Si se tiene hepatitis C, es importante descartar la posibilidad de haber contraído otras ITS y el VIH.

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