La sífilis es una infección bacteriana de transmisión sexual (ITS) causada por la bacteria Treponema pallidum.

Aunque se desconoce su origen exacto, se cree que la sífilis ha existido durante miles de años y se extendió ampliamente en Europa durante el siglo XV, en la época de los grandes descubrimientos y contactos entre continentes. Fue en 1905 cuando el médico alemán Fritz Schaudinn y su colega Erich Hoffman descubrieron la bacteria que causa la infección.

La palabra ‘sífilis’ proviene del término griego ‘syphilis’ o ‘syphilē’, que a su vez deriva del nombre del personaje mitológico Sífilus. Según la leyenda, el rey Sífilus fue castigado por haber desafiado a los dioses y fue afectado por una enfermedad que causaba llagas y deformidades en el cuerpo.

La sífilis también se conoce como lúes, término que en latín significa ‘plaga’ o ‘epidemia’.

La sífilis se transmite mediante el contacto directo con llagas o lesiones causadas por la infección y durante el sexo vaginal, anal y oral.

Las prácticas sexuales por las que se puede transmitir la sífilis son:

Penetración vaginal o anal sin protección
Prácticas de sexo oral (felación, cunnilingus y anilingus) sin protección
Fisting y fingering sin protección
Compartir juguetes sexuales.

Las personas embarazadas pueden transmitir la sífilis durante el embarazo, en el momento del parto o incluso a través de la lactancia.

Asimismo, en ciertas situaciones, la sífilis puede transmitirse mediante el contacto con la sangre de una persona infectada, tal como puede suceder durante el uso compartido de agujas o jeringuillas contaminadas.

La sífilis puede presentarse en diferentes etapas y los síntomas pueden variar según la etapa de la infección en la que se encuentre la persona. Algunas personas con sífilis no presentan síntomas.

Sífilis primaria. Esta etapa se caracteriza por la aparición de una úlcera o llaga en el lugar de entrada de la bacteria al cuerpo, que puede ser los genitales, el ano o la boca. A diferencia de otras llagas, esta úlcera es indolora. Aunque la úlcera puede curarse por sí sola en pocas semanas, la infección continúa en el cuerpo y avanza a la siguiente etapa de la infección si no se trata.

Sífilis secundaria. A medida que pasan algunas semanas o incluso meses, se pueden manifestar síntomas más amplios como una erupción cutánea en el cuerpo, fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos, dolor de cabeza, dolor muscular y fatiga. Aunque estos síntomas pueden desaparecer sin la aplicación de algún tratamiento, la infección aún continua en el cuerpo.

Sífilis latente.  Es una fase latente en la que no hay síntomas evidentes. Esta etapa puede durar varios años durante los que la persona desconoce que tiene la infección.

Sífilis terciaria. Si la sífilis no se trata durante mucho tiempo, puede provocar daño a órganos internos como el cerebro, los nervios, los ojos, el corazón y los huesos. Los síntomas pueden incluir ceguera, parálisis, problemas mentales, problemas cardíacos y dolor en los huesos.

Además, en cualquier etapa de la sífilis, aunque es más común en las etapas tardías, se puede desarrollar una neurosífilis si las bacterias que causan la infección afectan al sistema nervioso central, incluyendo el cerebro y la médula espinal. Los síntomas pueden ser diversos y abarcar desde problemas mentales y de comportamiento, dolor de cabeza, convulsiones, debilidad muscular y problemas de coordinación hasta visión borrosa, pérdida de audición, incontinencia urinaria y fecal, y problemas para dormir.

La sífilis es conocida como ‘la gran imitadora’ debido a que los síntomas que produce pueden parecerse a los de otras enfermedades. Además, en algunos casos, las personas infectadas pueden no experimentar ningún síntoma, lo que puede retrasar o dificultar el diagnóstico. Por estas razones, se recomienda buscar atención médica especializada en enfermedades de transmisión sexual si se sospecha de una posible sífilis.

Para diagnosticar la sífilis, se pueden realizar análisis de sangre y, si hay presencia de úlceras, también se pueden obtener muestras para su cultivo.

Sí, la sífilis se puede tratar y curar con antibióticos. El tipo de tratamiento dependerá de la etapa de la infección en la que se encuentre la persona. En las primeras etapas, una sola inyección de penicilina puede ser suficiente. Sin embargo, en etapas posteriores, se pueden necesitar varias inyecciones de penicilina o un tratamiento más prolongado con antibióticos orales.

Para las personas alérgicas a la penicilina, hay otros tipos de antibióticos disponibles, como doxiciclina, tetraciclina, ceftriaxona o azitromicina. La elección del antibiótico dependerá de la fase y gravedad de la infección, así como de otros factores médicos.

Si no se recibe tratamiento, la sífilis, en su fase más avanzada, puede provocar daño a órganos internos como el cerebro, los nervios, los ojos, el corazón y los huesos. Los síntomas pueden incluir ceguera, parálisis, problemas mentales, problemas cardíacos y dolor en los huesos.

También pueden presentarse casos de neurosífilis en los cuales las bacterias responsables de la infección afectan al sistema nervioso central, es decir, al cerebro y a la médula espinal. Este fenómeno puede manifestarse en cualquier fase de la sífilis, aunque es más frecuente en etapas avanzadas. Los síntomas de la neurosífilis pueden ser diversos e incluir trastornos mentales y conductuales, cefaleas, ataques, debilidad muscular, dificultades de coordinación, visión borrosa, pérdida auditiva, incontinencia urinaria y fecal, así como alteraciones del sueño.

Usar preservativos y otros métodos de barrera durante las relaciones sexuales puede ayudar a prevenir la transmisión de la sífilis, pero la utilización de barreras de protección durante el sexo vaginal, anal y oral no siempre será suficiente, ya que la sífilis se puede manifestar en diversas partes del cuerpo fuera de la zona genital, anal o bucal.

La sífilis se puede transmitir a través del contacto directo con las llagas y lesiones de una persona infectada, por lo que se debe evitar el contacto con estas zonas.

La sífilis también se puede prevenir evitando el uso compartido de jeringas y otros equipos de inyección.

Las personas con sífilis tienen un mayor riesgo de contraer el VIH si se exponen al virus. Esto se debe a que las llagas y lesiones que se producen durante la infección activa de sífilis pueden aumentar la probabilidad de transmisión del VIH, ya que pueden proporcionar una vía de entrada para el virus.

Además, la sífilis también puede aumentar la cantidad de células CD4 en los genitales, lo que hace que las personas sean más susceptibles a la infección por VIH. Las células CD4 son las células del sistema inmunológico que el VIH infecta y destruye.

Si se tiene sífilis, es importante descartar la posibilidad de haber contraído otras ITS y el VIH.