Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2040 las hepatitis víricas podrían ser más letales para la población que la malaria, la tuberculosis y el VIH juntos.
De los cinco tipos de hepatitis que hay, las hepatitis B y C son las que mayor impacto tienen en la salud. La hepatitis C se puede curar; sin embargo, solo el 21 por ciento de las personas infectadas están diagnosticadas y solo el 13 por ciento han recibido tratamiento. Solo el 10 por ciento de las personas que viven con hepatitis B crónica están diagnosticadas
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¿Qué es la hepatitis A?
La hepatitis A es una infección viral causada por el virus de la hepatitis A (VHA) que afecta principalmente al hígado.
La hepatitis A fue identificada como una infección distinta en la década de 1940. A principios de esa década, los investigadores observaron que había una enfermedad viral transmitida por vía fecal-oral que afectaba al hígado. En 1947, el virus de la hepatitis A (VHA) fue aislado y se demostró que era la causa de la enfermedad. A medida que se avanzaba en investigación, se descubrió que la hepatitis A era una enfermedad global.
¿Cómo se transmite la hepatitis A?
El virus de la hepatitis A (VHA) se encuentra en las heces de las personas infectadas y se transmite por vía oro-fecal. La gran mayoría de las infecciones se producen a través de la ingestión de alimentos o agua contaminados con heces de una persona infectada por el virus.
Durante las relaciones sexuales, el VHA puede transmitirse a través de prácticas que involucran el contacto con el área anal. Estas prácticas incluyen:
Anilingus: también conocido como beso negro o rimming, al estimular oralmente el ano de una persona con la lengua y los labios.
Fingering: al introducir los dedos en el ano de una persona, si luego se llevan a la boca.
Contacto con objetos contaminados: juguetes sexuales o preservativos que hayan estado en contacto con el área anal y luego se introducen en la boca también conllevan un riesgo de transmisión del VHA.
¿Qué síntomas tienen las personas con hepatitis A?
Algunas personas pueden presentar síntomas leves o no tener síntomas en absoluto, mientras que otras pueden desarrollar síntomas más pronunciados.
Los síntomas comunes de la hepatitis A incluyen:
Fatiga y debilidad.
Dolor abdominal.
Pérdida de apetito.
Náuseas y vómitos.
Orina oscura. Heces pálidas.
Ictericia (coloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos).
¿Cómo se diagnostica la hepatitis A?
El diagnóstico de la hepatitis A generalmente se basa en una combinación de síntomas clínicos, antecedentes de exposición al virus y pruebas de laboratorio (análisis de sangre y pruebas de función hepática).
¿Se puede tratar y curar la hepatitis A?
Sí, la hepatitis A generalmente se resuelve por sí sola y, en la mayoría de los casos, no requiere un tratamiento específico. El cuerpo humano tiene la capacidad de combatir la infección por el virus de la hepatitis A y recuperarse completamente con el tiempo.
Algunas recomendaciones para asegurar una recuperación adecuada y prevenir complicaciones son:
Descanso y cuidado personal durante el período de enfermedad.
Nutrición adecuada: es recomendable evitar el consumo de alcohol, ya que puede dañar el hígado.
Control de síntomas: medicamentos para aliviar los síntomas derivados de la infección (consultar cuáles porque algunos pueden ser perjudiciales para el hígado).
¿Cómo evoluciona la hepatitis A si no se trata?
En la gran mayoría de los casos, la hepatitis A se cura sola después de unas pocas semanas. Sin embargo, en algunos casos, especialmente en personas con sistemas inmunológicos debilitados o en personas mayores, la hepatitis A puede volverse más grave y causar complicaciones. Estas pueden incluir hepatitis fulminante, que es una forma severa de la enfermedad caracterizada por una insuficiencia hepática aguda.
Además, la hepatitis A también puede provocar la aparición de otros trastornos hepáticos crónicos, como la hepatitis autoinmune, en la cual el sistema inmunológico ataca por error al hígado.
¿Cómo se puede prevenir la hepatitis A?
La hepatitis A se puede prevenir de diversas maneras:
1. Vacuna: en España la vacuna contra la hepatitis A está disponible, se incluye en el calendario vacunal oficial y es gratuita. La vacuna se administra en dos dosis, con un intervalo recomendado de 6 a 12 meses entre las dos dosis.
2. Lavado de manos, después de ir al baño, antes de preparar o comer alimentos.
3. Con el consumo de agua y alimentos seguros.
Además de la vacunación, durante las relaciones sexuales en las prácticas que haya contacto con el área anal, se puede disminuir el riesgo con:
- El uso de barreras de protección durante el anilingus (beso negro o rimming) y el fingering.
- Evitando el contacto bucal de manos, juguetes sexuales o preservativos.
- Lavando adecuadamente manos, zona genital y anal antes y después del contacto sexual.
La gran mayoría de personas que han tenido hepatitis A en el pasado adquieren inmunidad frente a futuras infecciones. Sin embargo, es importante destacar que la inmunidad puede variar entre las personas y algunas personas con sistemas inmunológicos debilitados pueden tener un riesgo ligeramente mayor de reinfección.
¿Qué relación existe entre la hepatitis A y el VIH?
La hepatitis A y el VIH son dos infecciones virales diferentes, pero pueden estar relacionadas en ciertos contextos:
Coinfección: las personas que viven con VIH (PVIH) tienen un mayor riesgo de contraer la hepatitis A en comparación con la población general. Esto se debe a que el VIH puede debilitar el sistema inmunológico, lo que dificulta la capacidad del cuerpo para combatir infecciones, incluyendo la hepatitis A.
Mayor gravedad de la enfermedad: en PVIH, la infección por hepatitis A puede ser más grave y tener un curso clínico más prolongado. También existe un mayor riesgo de desarrollar complicaciones hepáticas graves, como hepatitis fulminante.
Transmisión: en el contexto de la transmisión del VIH, la hepatitis A no se considera una infección de transmisión sexual típica. Sin embargo, debido a que ambas infecciones pueden transmitirse a través del contacto con fluidos corporales, incluida la sangre, puede haber una mayor posibilidad de transmisión de ambas infecciones si se comparten objetos de uso personal contaminados (como agujas o jeringas) o durante prácticas sexuales de riesgo.
La vacuna contra la hepatitis A es segura y recomendada para personas con VIH.