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La cocaína es una sustancia psicoactiva de origen natural que se extrae de las hojas de la planta de coca. Es un estimulante potente del sistema nervioso central, cuyo consumo está prohibido o fuertemente regulado en la mayoría de los países.

Coloquialmente y en distintos entornos se hace referencia a ella con nombres como: farlopa, perico, coca, blanca, nieve, entre otros términos.

Presentación y formas de consumo

La cocaína puede presentarse de distintas formas, según su grado de procesamiento, el formato en el que se comercializa y la vía de administración que se utilice. Su presentación influye en la potencia, la rapidez de los efectos y los riesgos asociados.

Cocaína en polvo (clorhidrato de cocaína): es la forma más común de consumo. Se presenta como un polvo blanco fino, cristalino y amargo. Se obtiene a partir del procesamiento químico de las hojas de coca y suele consumirse por vía intranasal (esnifada).

Crack o base libre: es una forma modificada de cocaína que se fuma. Se presenta en pequeñas piedras o cristales de color blanco o amarillento. Su consumo produce un efecto más inmediato e intenso, pero también más breve y con mayor riesgo de adicción.

Pasta base o «paco»: es un derivado intermedio y más impuro del proceso de elaboración de la cocaína. Su consumo tiene efectos intensos, corta duración y alto riesgo para la salud.

Formas de consumo más habituales

Esnifada: forma más común, donde el polvo se inhala por la nariz. La sustancia se absorbe por la mucosa nasal, con efectos casi inmediatos.

Fumada: especialmente en forma de crack, que permite una absorción muy rápida a través de los pulmones. Produce una subida intensa y breve, seguida de un descenso abrupto (bajada o «crash«).

Inyectada: menos frecuente, pero muy peligrosa. Involucra disolver el polvo en agua e inyectarlo por vía intravenosa. Aumenta el riesgo de sobredosis, infecciones y transmisión de enfermedades.

Oral: menos común; puede mezclarse con líquidos o alimentos, aunque su absorción es más lenta y sus efectos más atenuados.

Combinacionesspeedball«, etc.): en algunos contextos, se mezcla con otras sustancias (por ejemplo, heroína), lo que multiplica los riesgos de toxicidad y efectos adversos graves.

Inicio y duración de los efectos

La cocaína tiene un inicio de acción muy rápido, especialmente en las formas de consumo fumado o inyectado. La intensidad y duración de sus efectos dependen de la vía de administración, la cantidad consumida, la pureza del producto, la frecuencia de uso y la tolerancia individual.

Inicio

Esnifada (polvo): los efectos comienzan en pocos minutos (2-5 minutos) tras el consumo, ya que la absorción se produce a través de la mucosa nasal.

Fumada (crack o base libre): los efectos son casi inmediatos (en pocos segundos), ya que la sustancia pasa rápidamente de los pulmones al torrente sanguíneo.

Inyectada: efectos también casi inmediatos, de intensidad muy alta.

Ingerida (oral): los efectos tardan más en aparecer (30-60 minutos), ya que la absorción se realiza a través del sistema digestivo.

Pico máximo

Esnifada: se alcanza entre los 15 y 30 minutos posteriores al consumo.

Fumada o inyectada: el pico es casi inmediato, y muy breve (5-10 minutos).

Oral: entre 1 y 2 horas tras la ingestión.

Duración

Esnifada: los efectos principales duran entre 30 y 60 minutos.

Fumada o inyectada: duración muy corta, de 5 a 20 minutos.

Oral: efectos más prolongados pero menos intensos, de 1 a 2 horas.

Efectos residuales: después del «subidón», muchas personas experimentan una bajada emocional o física («crash«) que puede incluir cansancio, irritabilidad, tristeza o fuerte deseo de volver a consumir. En consumidores frecuentes o en dosis altas, esta fase puede extenderse varias horas.

El consumo repetido o en grandes cantidades puede intensificar los efectos a corto plazo, pero también aumentar la tolerancia, el riesgo de dependencia y los efectos adversos.

Efectos deseados y efectos adversos

El consumo de cocaína, especialmente en contextos recreativos o sociales, suele buscar:

  • Sensación de euforia intensa y bienestar.
  • Aumento de la energía y del estado de alerta.
  • Mayor confianza, sociabilidad y desinhibición.
  • Reducción del cansancio o del sueño.
  • Incremento de la concentración o el rendimiento físico/mental (en apariencia, aunque a menudo se acompaña de sobreestimación de las propias capacidades).
  • Elevación del deseo sexual y sensación de potencia.

Estos efectos deseados se deben al aumento de los niveles de dopamina en el cerebro, una sustancia que regula el placer, la motivación y la recompensa. La cocaína bloquea su recaptación, produciendo un efecto intenso pero de corta duración.

Efectos adversos

La cocaína también puede provocar múltiples efectos no deseados, incluso en consumos ocasionales o moderados:

  • Taquicardia, aumento de la presión arterial y sudoración.
  • Temblores, agitación o nerviosismo.
  • Ansiedad, irritabilidad o agresividad.
  • Sequedad de boca, dilatación pupilar y pérdida del apetito.
  • Bruxismo (rechinar los dientes), tensión muscular y temblores.
  • Insomnio o dificultad para relajarse.

En consumos más intensos o prolongados

  • Riesgo de episodios de paranoia, delirios o alucinaciones.
  • Dolores de cabeza, náuseas, vómitos.
  • Dificultad respiratoria (especialmente si se fuma).
  • Riesgo de convulsiones o alteraciones neurológicas.

A largo plazo, el consumo continuado o excesivo de cocaína puede provocar:

  • Daños en las mucosas nasales (en caso de consumo esnifado), incluyendo perforación del tabique.
  • Problemas cardiovasculares graves: arritmias, infartos, hipertensión o accidentes cerebrovasculares.
  • Alteraciones psiquiátricas: ansiedad crónica, depresión, trastornos del sueño, trastornos del ánimo y cuadros psicóticos.
  • Deterioro cognitivo: dificultades de concentración, memoria, toma de decisiones.
  • Problemas sexuales: disfunción eréctil o disminución del deseo en consumos crónicos.
  • Desarrollo de dependencia y un fuerte síndrome de abstinencia, con síntomas como: fatiga extrema, estado de ánimo bajo, irritabilidad, apatía, sueño excesivo o insomnio, y deseo intenso de volver a consumir (craving).
Riesgos de la sobredosis

La cocaína puede provocar sobredosis potencialmente mortales, incluso en personas sin antecedentes médicos previos. Su acción estimulante sobre el sistema nervioso central y cardiovascular puede desencadenar reacciones muy graves, especialmente si se consume en grandes cantidades, en dosis repetidas o combinada con otras sustancias (como alcohol o depresores).

Los principales riesgos y síntomas de una sobredosis de cocaína incluyen:

  • Aumento brusco de la presión arterial y la frecuencia cardíaca: puede derivar en infartos de miocardio, derrames cerebrales o arritmias graves.
  • Hipertermia (aumento extremo de la temperatura corporal): puede provocar daño muscular, fallo multiorgánico o muerte si no se trata a tiempo.
  • Convulsiones: debido a la sobreestimulación cerebral.
  • Dolor torácico o sensación de opresión en el pecho: indicativo de posible afectación cardíaca.
  • Agitación extrema o conductas violentas: por efecto de la euforia intensa seguida de paranoia o irritabilidad.
  • Alucinaciones o delirios: especialmente auditivos o de persecución.
  • Ansiedad, pánico o paranoia intensos: con riesgo de autoagresiones o accidentes.
  • Respiración acelerada o dificultad para respirar.
  • Pérdida de conciencia o colapso: señal de una situación crítica.

En casos de sobredosis por cocaína, se debe buscar atención médica urgente inmediatamente (llamar al 112), ya que la intervención rápida puede ser vital. No se recomienda dejar sola a la persona ni intentar que “duerma” el efecto, ya que los síntomas pueden agravarse de forma rápida e impredecible.

Efectos en las relaciones sexuales

El consumo de cocaína también puede influir de forma significativa en la actividad sexual, aunque sus efectos pueden variar según la dosis, la frecuencia del consumo y las características de la persona.

Aumento de la confianza y la excitación: en dosis bajas o moderadas, la cocaína puede generar una sensación de euforia, hiperestimulación y desinhibición que se traduce en mayor deseo sexual y una actitud más activa o atrevida.

Sensación de mayor energía y resistencia: algunas personas experimentan un aumento de la resistencia física y mental durante el acto sexual, aunque este efecto puede ser engañoso o limitado en el tiempo.

Riesgos en las relaciones sexuales

El consumo de cocaína puede tener un impacto significativo en la actividad sexual y en la toma de decisiones durante el encuentro sexual. Aunque en algunos casos puede intensificar el deseo y la búsqueda de estimulación, también conlleva diversos riesgos y efectos adversos.

Desinhibición y disminución del autocuidado: la euforia y la sensación de invulnerabilidad que genera la cocaína pueden llevar a mantener relaciones sexuales sin preservativo ni otras medidas de protección, aumentando el riesgo de infecciones de transmisión sexual (ITS) y embarazos no planificados.

Alteración del juicio y del consentimiento: bajo los efectos de la cocaína, se pueden sobrepasar límites personales o malinterpretar las señales de la pareja/s, generando situaciones incómodas, no deseadas o incluso abusivas. La percepción alterada de la realidad también puede dificultar una comunicación clara y respetuosa durante la relación sexual.

Problemas físicos durante la actividad sexual: aunque inicialmente puede aumentar la excitación, el consumo excesivo o prolongado puede provocar disfunciones sexuales como dificultades de erección, eyaculación retardada, anorgasmia o disminución de la sensibilidad genital. También pueden aparecer molestias físicas por la hiperestimulación o la falta de descanso.

Hiperactividad sexual y búsqueda compulsiva de sexo: en algunas personas, la cocaína puede provocar una intensificación excesiva del deseo sexual, lo que puede traducirse en prácticas impulsivas, repetitivas o de riesgo. Esta búsqueda puede desbordar los propios límites y conllevar conductas peligrosas o poco consensuadas.

Prácticas sexuales extremas o violentas: la combinación de desinhibición, impulsividad y necesidad de estimulación puede llevar a involucrarse en actividades sexuales más intensas, agresivas o poco seguras, especialmente si se da en contextos de consumo compartido o policonsumo.

Aislamiento emocional o desconexión afectiva: aunque puede haber una gran intensidad física, muchas veces el sexo bajo los efectos de la cocaína carece de conexión emocional, lo que puede dificultar relaciones afectivas satisfactorias y generar frustración o insatisfacción posterior.

Disfunción sexual a largo plazo: el uso continuado de cocaína está vinculado con disfunciones sexuales persistentes, incluso en ausencia de la sustancia, como disminución del deseo, problemas de erección o dificultad para alcanzar el orgasmo.

Asociación entre consumo y actividad sexual: muchas personas desarrollan un patrón de consumo en el que la cocaína se convierte en un facilitador sexual. Esto puede dificultar disfrutar del sexo sin la sustancia y generar dependencia emocional o psicológica del consumo como parte del encuentro sexual.

Impacto en la relación de pareja: el uso problemático de cocaína puede afectar la confianza, la intimidad y la comunicación sexual en la pareja, provocando conflictos, distanciamiento o relaciones desequilibradas marcadas por el consumo.

Interacción con otras drogas y fármacos

La cocaína puede interactuar de forma peligrosa con varios medicamentos y drogas recreativas, aumentando el riesgo de efectos adversos graves, complicaciones cardiovasculares o trastornos neurológicos.

Medicamentos depresores del sistema nervioso central (benzodiacepinas, ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos)

  • Puede aumentar la agitación, ansiedad o psicosis, reduciendo la eficacia de algunos depresores.
  • Riesgo de convulsiones, arritmias o crisis hipertensivas si se combina con IMAO o ciertos antidepresivos.

Alcohol

  • Formación de cocaetileno, metabolito tóxico que potencia efectos y aumenta el riesgo cardiovascular y hepático.
  • Incrementa toxicidad general, duración de efectos y riesgo de conductas impulsivas o agresivas.

Opiáceos y analgésicos opioides

  • Riesgo elevado de sobredosis (efecto “speedball”).
  • Puede dificultar la percepción de intoxicación, facilitando consumo peligroso.

Medicamentos cardiovasculares (betabloqueantes, antihipertensivos, antiarrítmicos, anticoagulantes)

  • La cocaína puede antagonizar o interferir en la acción de estos fármacos.
  • Aumenta riesgo de infarto, arritmias, hipertensión severa y complicaciones hemorrágicas.

Antiepilépticos: puede reducir la eficacia y aumentar el riesgo de crisis epilépticas.

Estimulantes (anfetaminas, MDMA, cafeína en dosis altas): potenciación de efectos estimulantes con riesgo extremo de hipertermia, hipertensión, arritmias y psicosis.

Medicamentos para la diabetes (insulina y antidiabéticos orales): puede alterar la regulación glucémica, dificultando el control metabólico.

Inmunosupresores: posible reducción de eficacia o aumento de toxicidad.

Anticoagulantes orales (warfarina y similares): aumento del riesgo de sangrado por interferencia en el metabolismo hepático.

Otros fármacos o sustancias a considerar

Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO): riesgo muy alto de crisis hipertensiva y convulsiones.

Antipsicóticos típicos y atípicos: pueden aumentar la toxicidad cardíaca y neurológica.

Medicamentos para el dolor (AINEs): aumento del riesgo gastrointestinal y cardiovascular cuando se combinan con cocaína.

Interacción con antirretrovirales (ARV) para tratar el VIH

El consumo de cocaína puede afectar de diversas maneras a las personas en tratamiento con antirretrovirales (ARV) para el VIH, tanto en la eficacia del tratamiento como en la salud general.

Adherencia al tratamiento: el uso de cocaína, especialmente cuando es frecuente o problemático, puede dificultar la rutina diaria y la toma regular y correcta de los medicamentos antirretrovirales. Esto puede reducir la eficacia del tratamiento y aumentar el riesgo de resistencia viral, además de agravar otros problemas de salud asociados.

Interacciones farmacológicas: la cocaína y algunos ARV se metabolizan a través de enzimas hepáticas, principalmente el sistema del citocromo P450 (CYP450). Esta interacción puede modificar las concentraciones plasmáticas de ambos, aumentando la toxicidad o disminuyendo la efectividad del tratamiento. Por ejemplo, ciertos inhibidores de la proteasa (como ritonavir o darunavir) pueden afectar el metabolismo de la cocaína, incrementando sus efectos tóxicos y la duración de sus efectos estimulantes, lo que puede aumentar el riesgo de efectos adversos graves.

Efectos cardiovasculares y neuropsiquiátricos: la combinación de cocaína y ARV puede potenciar riesgos cardiovasculares como hipertensión, arritmias, infarto de miocardio y accidentes cerebrovasculares, dada la estimulación directa de la cocaína sobre el sistema cardiovascular. Además, ambos pueden causar o exacerbar efectos neuropsiquiátricos como ansiedad, paranoia, psicosis, depresión o trastornos del sueño, aumentando la vulnerabilidad a episodios graves y dificultando el manejo clínico.

Daño hepático y renal: la cocaína puede causar toxicidad hepática y renal directa, lo que puede agravarse en personas con VIH que estén bajo tratamiento con ARV que también afectan estas funciones orgánicas. El consumo conjunto aumenta el riesgo de fallo hepático o renal, complicando el manejo médico.

Sistema inmunitario: la cocaína puede debilitar la respuesta inmunitaria y aumentar la inflamación crónica, lo que puede dificultar el control del virus y la prevención de infecciones oportunistas, afectando negativamente el pronóstico de las personas con VIH.

Salud general: el consumo de cocaína está asociado a un mayor riesgo de complicaciones médicas, sociales y mentales. En combinación con ARV, estos riesgos pueden intensificarse, afectando la calidad de vida y el pronóstico general.

Es recomendable compartir con tu equipo médico si consumes sustancias recreativas, así podrán acompañarte mejor y ajustar el tratamiento para cuidar tu salud de la forma más segura posible.

Más información sobre interacciones: Infodrogas-VIH del Grupo de Trabajo sobre Tratamiento del VIH (gTt-VIH).

Recomendaciones para reducir los riesgos

Reducir los riesgos asociados al consumo de cocaína es fundamental para minimizar los daños físicos, mentales y sociales que su uso puede ocasionar. Si decides consumirla, existen algunas estrategias que pueden ayudarte a cuidar tu salud y seguridad.

Controlar la dosis y la frecuencia

Comienza con cantidades pequeñas: si no tienes experiencia o hace tiempo que no consumes cocaína, empieza con dosis bajas para observar cómo reacciona tu cuerpo y evitar efectos adversos graves.

Escucha a tu cuerpo: presta atención a las señales físicas y emocionales después del consumo, como palpitaciones, ansiedad o malestar, y ajusta la cantidad o suspende el consumo si es necesario.

Evita el consumo frecuente o diario, ya que la cocaína es altamente adictiva y el uso repetido aumenta el riesgo de dependencia, daño cardiovascular y trastornos psiquiátricos.

Evitar mezclar con otras sustancias

Infórmate sobre las interacciones: la cocaína puede potenciar los efectos de otras drogas y medicamentos, aumentando los riesgos. La combinación con alcohol, por ejemplo, genera una sustancia tóxica llamada cocaetileno, que aumenta la toxicidad cardiovascular y hepática.

Evita mezclar cocaína con medicamentos, especialmente antirretrovirales (ARV) o estimulantes, sin supervisión médica, para prevenir interacciones peligrosas.

No combines cocaína con depresores del sistema nervioso central, ya que puede provocar descompensaciones en el sistema nervioso.

Método de consumo y cuidado físico

Prefiere métodos que minimicen daños, aunque es importante recordar que cualquier forma de consumo de cocaína conlleva riesgos importantes para la salud.

Mantente hidratado y come adecuadamente, ya que la cocaína puede suprimir el apetito y provocar deshidratación.

Evita el consumo en ambientes calurosos o en situaciones que requieran coordinación o atención, como conducir o manejar maquinaria.

Evita compartir utensilios de consumo, como el rulo, cánula, o cualquier otro instrumento para consumir cocaína entre varias personas. Compartir estos utensilios puede aumentar el riesgo de transmisión de infecciones, incluyendo virus como el VIH, hepatitis B y C, u otras enfermedades respiratorias y cutáneas. Para cuidar tu salud y la de los demás, utiliza siempre tus propios materiales y evita intercambiarlos o prestarlos.

En entornos sexuales

El consumo de cocaína puede aumentar la impulsividad y reducir la percepción del riesgo, lo que puede llevar a conductas sexuales sin protección y mayor riesgo de infecciones de transmisión sexual (ITS).

Habla sobre límites y consentimiento antes del consumo y la actividad sexual para prevenir situaciones incómodas o riesgosas.

Usa protección (preservativos y barreras dentales) y lubricantes adecuados para reducir riesgos físicos y de transmisión de ITS.

Mantente informado sobre métodos preventivos como PrEP y PEP si estás en riesgo de VIH, y realiza pruebas periódicas de ITS.

Evitar consumir solo

Si decides consumir cocaína, hazlo en compañía de personas de confianza que puedan ayudarte en caso de reacciones adversas o emergencias.

Conocer los efectos y riesgos te permitirá reconocer signos de sobredosis o problemas físicos (palpitaciones intensas, dolor en el pecho, convulsiones) y buscar ayuda rápidamente.

Establecer límites claros

Define y respeta tus límites de consumo para evitar episodios de consumo compulsivo o daños graves.

Comunica tus límites si consumes en grupo para reducir la presión social y tomar decisiones más seguras.

Consideraciones adicionales

Evita conducir o realizar actividades que requieran coordinación y concentración bajo los efectos de la cocaína.

Ten especial cuidado si tienes antecedentes personales o familiares de problemas cardiovasculares, psiquiátricos o adicciones, ya que la cocaína puede aumentar el riesgo de complicaciones graves.

Consulta siempre con tu equipo médico si estás en tratamiento con antirretrovirales u otros medicamentos, para prevenir interacciones y complicaciones.

Presta atención a la salud mental: la cocaína puede aumentar la ansiedad, paranoia, episodios psicóticos y riesgo de suicidio. Busca apoyo profesional si notas cambios importantes en tu estado emocional.

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