Si vas a consumir alguna sustancia, estas recomendaciones pueden ayudarte a minimizar los riesgos y a promover una experiencia más segura. Al aplicar estrategias de reducción de riesgos, puedes evitar problemas graves como sobredosis, infecciones y otros daños.
Recomendaciones generales
Informarse sobre la sustancia
Investiga sobre los efectos, riesgos y posibles interacciones de la droga que vas a consumir. La información sobre la sustancia es clave para un uso más seguro. Este proceso de investigación implica comprender sus efectos, riesgos y posibles interacciones con otras drogas o medicamentos.
Controlar la dosis y frecuencia
Comenzar con dosis bajas: empieza con una pequeña cantidad para evaluar la reacción del cuerpo, especialmente si es la primera vez que consumes esa droga.
Limitar la frecuencia de uso: evita el uso frecuente para reducir el riesgo de desarrollar tolerancia, dependencia y otros efectos adversos.
Espaciar la redosificación: si percibes que los efectos iniciales están disminuyendo antes de volver a consumir otra dosis, has de tener en cuenta que el cuerpo aún puede no haber procesado la dosis anterior por completo. Por lo tanto, para evitar el riesgo de sobredosis, es importante conocer cuál es la duración de los efectos de la sustancia que estás consumiendo.
Otros factores, como tu peso corporal, la pureza de la sustancia y tu estado psicológico o emocional, también pueden influir en los efectos derivados de la cantidad y frecuencia de consumo.
Conocer los síntomas de sobredosis
Aprender a identificar los síntomas de una sobredosis te permitirá buscar atención médica de inmediato si tú o alguien más muestra señales de peligro.
Algunos síntomas que te pueden indicar que estás ante una sobredosis son: respiración lenta o superficial, pérdida de conciencia, piel fría y húmeda, cianosis (labios o uñas azuladas), frecuencia cardíaca rápida o irregular, convulsiones, aumento de la temperatura corporal, dolor de pecho, alucinaciones o delirios, ansiedad o pánico intenso, confusión extrema o psicosis, desorientación, náuseas o vómitos.
Estar en un entorno seguro
Consumir en un entorno cómodo y seguro, preferiblemente con personas en las que confías y son conscientes de tu consumo, te puede ayudar a minimizar la ansiedad y el riesgo ante situaciones peligrosas y te facilitará buscar asistencia médica en caso de emergencia.
Que tú y las personas que te acompañan sepáis cómo actuar en caso de sobredosis o reacciones adversas pueden reducir el riego de consecuencias graves.
Establecer límites claros
Conocer tus límites y saber cuánto consumir y cuándo detenerse te ayudará a mantener el control.
Si consumes en grupo, comunicar tus límites a otros ayuda a reducir la presión para consumir más o tomar decisiones arriesgadas.
Evitar mezclar con otras sustancias
Si combinas lo que estás consumiendo con otras drogas, alcohol o medicamentos, los riesgos de efectos adversos y complicaciones pueden aumentar significativamente. Conocer las interacciones con estas sustancias te permitirá tomar decisiones al respecto.
Permanecer hidratado
Mantenerte hidratado durante el consumo te ayuda a prevenir la deshidratación y los golpes de calor, reduce los efectos adversos, mejora el bienestar general y facilita la salud de los órganos que procesan y eliminan las toxinas (riñones e hígado).
Bebe agua regularmente y evita bebidas alcohólicas o con cafeína, ya que pueden contribuir a la deshidratación.
Evita la sobrehidratación, no más de 500 ml por hora, ya que esto puede llevar a un desequilibrio electrolítico.
Estas recomendaciones toman especial relevancia cuando estás en entornos físicos exigentes, como puede ser bailando o en una actividad sexual prolongada.
Descansar adecuadamente
Durante el consumo haz pausas entre períodos de actividad física para evitar el agotamiento y el sobrecalentamiento.
Después del consumo, es esencial descansar y permitir que el cuerpo se recupere. La falta de sueño aumenta los efectos negativos sobre el sistema nervioso, incrementando la ansiedad, la depresión y la fatiga.
Recomendaciones para la administración por vía nasal
El consumo de drogas por vía esnifada (nasal) puede conllevar una serie de riesgos y efectos adversos, tanto a corto como a largo plazo: irritación y daño de la mucosa nasal, riesgo de infecciones bacterianas o virales, sinusitis, perforación del tabique nasal.
Picar bien la sustancia te permitirá reducir la irritación nasal. Partículas grandes o mal trituradas pueden causar irritación en la mucosa nasal, lo que puede resultar en molestias, hemorragias nasales o daño a largo plazo. Al picar la sustancia adecuadamente, se reduce el riesgo de lesiones.
No compartir el ‘rulo’ (el utensilio utilizado para esnifar) te permitirá evitar enfermedades infecciosas, como resfriados, gripe o hepatitis. Usar un rulo personal reduce el riesgo de irritaciones o lesiones nasales que pueden ocurrir al utilizar un utensilio que ha estado en contacto con la mucosa nasal de otra persona.
Alternar las fosas nasales al esnifar (usar una fosa nasal para consumir la sustancia y luego cambiar a la otra) te ayudará a reducir la irritación nasal, prevenir las hemorragias y mantener un mejor flujo de aire a través de las vías nasales.
Finalmente, aspirar agua tibia o una solución salina para limpiar la nariz después de esnifar drogas te permitirá reducir el daño nasal, hidratar la mucosa y prevenir infecciones.
Recomendaciones para la administración por vía venosa
El consumo de drogas por vía venosa o inyectada puede conllevar diversos riegos como: infecciones locales (abscesos, celulitis o úlceras), enfermedades infecciosas (VIH y hepatitis B y C entre otras enfermedades de transmisión sanguínea), colapso venoso y necrosis (muerte de tejido).
Seguir prácticas seguras de inyección te permitirá reducir estos riesgos. A continuación te damos una serie de recomendaciones para ello.
1. Usar equipo estéril y no compartirlo
No reutilices agujas ni jeringas, ya que esto aumenta significativamente el riesgo de infecciones. Siempre utiliza equipos de inyección nuevos y estériles cada vez que te inyectes.
Evita compartir agujas, jeringas, filtros, cucharas, ligaduras ni ningún otro equipo de inyección con otras personas, ya que esto puede propagar infecciones como el VIH y la hepatitis C.
2. Limpieza y desinfección
Antes de manipular el equipo de inyección, lávate las manos con agua y jabón durante al menos 20 segundos. La higiene básica reduce el riesgo de transferir bacterias o gérmenes a la zona de inyección.
Desinfecta la zona de la piel donde vas a inyectar con una toallita de alcohol o una solución antiséptica. Esto elimina las bacterias en la piel que pueden ingresar a la sangre durante la inyección.
Asegúrate de preparar las drogas en superficies limpias, libres de polvo, suciedad o gérmenes que puedan contaminar el equipo o la sustancia.
3. Usar agua limpia o estéril
Al mezclar las drogas, utiliza agua estéril o agua salina estéril, que puedes obtener en programas de reducción de daños o farmacias. No uses agua del grifo, agua de botella o agua sucia, ya que puede contener bacterias u otros patógenos.
4. Alterna los sitios de inyección
Inyectarte en el mismo lugar repetidamente puede dañar las venas y los tejidos, lo que incrementa el riesgo de infecciones locales. Alternar los sitios de inyección le da tiempo a la piel y a las venas para sanar.
Inyectarte en venas grandes y visibles (como las del brazo) en lugar de venas más pequeñas o delicadas, como las de las manos o los pies, puede ayudar a reducir el riesgo de daño y de infecciones.
5. Evitar inyectar en lugares peligrosos
Inyectarte en una arteria o un músculo puede causar complicaciones graves, incluidas infecciones. Si no estás seguro de dónde inyectarte, busca asesoría en programas de reducción de daños.
Si una vena está inflamada, roja o dolorosa, no te inyectes en esa zona. Esto puede ser un signo de infección o daño previo, y continuar usándola podría empeorar la situación.
6. Uso adecuado de filtros
Al disolver la sustancia, utiliza filtros estériles para eliminar partículas sólidas o impurezas que podrían entrar en la sangre. Estos fragmentos pueden dañar las venas y causar infecciones o problemas en los órganos.
7. Mantener el equipo protegido
Mantén agujas, jeringas y otros equipos de inyección en un lugar limpio y seco para evitar la contaminación antes de usarlos.
8. Cuidado posterior a la inyección
Después de inyectarte, aplica presión suavemente en el lugar de la inyección con un algodón limpio o una gasa estéril para detener el sangrado y reducir el riesgo de infección.
Si la zona de la inyección se vuelve roja, dolorosa o empieza a supurar, es posible que se esté desarrollando una infección. Busca atención médica lo antes posible si notas estos signos.
Recomendaciones para el consumo en entornos sexuales
Si consumes en entornos de sexo: chemsex, fiestas, saunas y sex clubs, cruising, etc., junto a las recomendaciones ya indicadas en los apartados anteriores, puedes valorar también las siguientes:
1. Hablar sobre los límites y el consentimiento
El uso de drogas puede hacer que te sientas menos inhibido, lo que podría llevarte a tener relaciones sexuales que normalmente no tendrías. Además, el consumo de drogas puede afectar tu capacidad para comunicarte y tomar decisiones.
Antes de comenzar a consumir o participar en actividades sexuales, ten una conversación abierta y honesta con tus parejas sexuales sobre lo que estás y están cómodas haciendo. Establece límites claros y expectativas sobre el uso de protección y las prácticas sexuales.
Asegúrate de preguntar si todos se sienten cómodos con las decisiones que se han tomado. Preguntas como ‘¿Estás seguro de que quieres hacer esto?’ o ‘¿Te sientes a gusto con lo que estamos haciendo?’ pueden facilitar una comunicación abierta.
Si estás en un grupo grande o si se están usando sustancias que pueden afectar la claridad mental, establece señales de seguridad. Por ejemplo, un gesto o palabra que indique que alguien necesita parar o que se siente incómodo.
Asegúrate de que todos entiendan que pueden cambiar de opinión en cualquier momento. Si alguien expresa incomodidad o desea detenerse, es crucial respetar esa decisión sin cuestionamientos.
2. Establecer estrategias y prácticas de sexo más seguro
Usar preservativos y barreras dentales puede ayudar a protegerte frente a varias infecciones de transmisión sexual (ITS).
Utilizar lubricantes a base de agua o silicona te permitirá prevenir el riesgo de desgarro y aumentar el placer durante el sexo anal, donde la fricción puede ser mayor.
Si vas a estar en riesgo de exposición al VIH considera utilizar la PrEP (Profilaxis Preexposición). Y si ya te has expuesto, valora acceder a la PEP (Profilaxis Postexposición).
Hacerse pruebas regulares de infecciones de transmisión sexual (ITS) es clave para cuidar tu salud sexual. Estas pruebas te ayudarán a detectar a tiempo cualquier infección y a recibir tratamiento si es necesario.