Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2040 las hepatitis víricas podrían ser más letales para la población que la malaria, la tuberculosis y el VIH juntos.

De los cinco tipos de hepatitis que hay, las hepatitis B y C son las que mayor impacto tienen en la salud. La hepatitis C se puede curar; sin embargo, solo el 21 por ciento de las personas infectadas están diagnosticadas y solo el 13 por ciento han recibido tratamiento. Solo el 10 por ciento de las personas que viven con hepatitis B crónica están diagnosticadas

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¿Qué es la hepatitis B?

La hepatitis B es una infección viral causada por el virus de la hepatitis B (VHB) que afecta principalmente al hígado.

El virus de la hepatitis B fue descubierto en 1965 por el científico y médico Baruch Blumberg. Por este hallazgo, Blumberg recibió el Premio Nobel de Medicina en 1976. Su trabajo revolucionó la comprensión de la enfermedad y permitió el desarrollo de métodos para detectar el virus y producir vacunas efectivas contra la hepatitis B.

¿Cómo se transmite la hepatitis B?

La hepatitis B se transmite principalmente a través del contacto con sangre o fluidos corporales infectados. Las principales vías de transmisión incluyen:

Relaciones sexuales sin protección: la hepatitis B se puede transmitir mediante el contacto sexual con una persona infectada, especialmente si hay contacto con sangre, semen u otros fluidos corporales.

Compartir agujas y otros equipos de inyección para consumir drogas intravenosas también es una vía de transmisión de la hepatitis B.

Transfusiones de sangre no seguras: en el pasado, la hepatitis B solía transmitirse a través de transfusiones de sangre o derivados contaminada. En España, el control y análisis de la sangre para evitar la transmisión de la hepatitis B en las transfusiones comenzó a implementarse en la década de 1970.

Reutilizar instrumentos médicos o para la realización de tatuajes y piercings si no están debidamente esterilizados.

La transmisión vertical, en la que las personas gestantes con hepatitis B pueden transmitir el virus durante el parto.

¿Qué síntomas tienen las personas con hepatitis B?

Algunas personas pueden presentar síntomas leves o no tener síntomas durante la fase aguda de la infección.

Los síntomas más comunes de la hepatitis B incluyen:

Fatiga y debilidad.
Dolor abdominal.
Pérdida de apetito.
Náuseas y vómitos.
Orina oscura. Heces pálidas.
Ictericia (coloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos).

¿Cómo se diagnostica la hepatitis B?

El diagnóstico de la hepatitis B generalmente se basa en una combinación de síntomas clínicos, antecedentes de exposición al virus y pruebas de laboratorio (análisis de sangre y pruebas de función hepática).

¿Se puede tratar y curar la hepatitis B?

Sí, la hepatitis B se puede tratar y curar. La capacidad de curación depende de si la infección es aguda o crónica.

Hepatitis B aguda: la mayoría de las personas con hepatitis B aguda se recuperan completamente sin necesidad de tratamiento específico. El sistema inmunológico suele eliminar el virus de forma natural y la persona se cura en unas pocas semanas o meses. Durante este período, se pueden administrar medidas de apoyo para aliviar los síntomas, como descanso, hidratación adecuada y dieta saludable.

Hepatitis B crónica: en el caso de la hepatitis B crónica, el virus persiste en el cuerpo durante más de seis meses. El tratamiento médico se enfoca en controlar la replicación viral y evitar el daño hepático progresivo. Los medicamentos antivirales específicos para la hepatitis B se administran para reducir la carga viral y mejorar la función hepática.

Si bien los medicamentos antivirales pueden ayudar a controlar la infección y prevenir el progreso de la enfermedad, en algunos casos, la hepatitis B crónica puede persistir de por vida. La curación completa (la eliminación del virus del cuerpo) no es siempre posible en todas las personas con hepatitis B crónica, pero el tratamiento puede reducir la carga viral y mejorar la calidad de vida, lo que puede considerarse como una forma de curación funcional.

¿Cómo evoluciona la hepatitis B si no se trata?

La evolución de la hepatitis B si no se trata, puede variar significativamente de una persona a otra. Algunas personas pueden experimentar una resolución espontánea de la infección aguda, mientras que otras pueden desarrollar una infección crónica que persiste en el tiempo. La evolución de la enfermedad también depende de factores como la edad, la respuesta inmunológica de la persona y la presencia de otros problemas de salud.

Hepatitis B aguda no tratada: en muchos casos, la hepatitis B aguda se resuelve espontáneamente sin necesidad de tratamiento. El sistema inmunológico del cuerpo puede eliminar el virus en un plazo de semanas a meses, y la persona se recupera completamente. Sin embargo, en algunos casos, la infección aguda puede ser más grave y llevar a complicaciones, como una insuficiencia hepática aguda.

Hepatitis B crónica no tratada: si el sistema inmunológico no puede eliminar completamente el virus de la hepatitis B durante la fase aguda y la infección persiste en el cuerpo durante más de seis meses, se considera hepatitis B crónica. Sin tratamiento, la infección crónica puede llevar a daño hepático progresivo, lo que puede resultar en cirrosis (cicatrización del hígado) y aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular).

Es importante destacar que muchas personas con hepatitis B crónica pueden no mostrar síntomas durante años o incluso décadas. Esta falta de síntomas puede hacer que la enfermedad pase desapercibida durante un tiempo, lo que aumenta el riesgo de desarrollar complicaciones hepáticas a largo plazo.

¿Cómo se puede prevenir la hepatitis B?

La hepatitis B se puede prevenir de diversas maneras:

Vacuna, en España la vacuna contra la hepatitis B está disponible, se incluye en el calendario vacunal oficial y es gratuita. Por lo general, se administran en tres dosis a lo largo de varios meses.

Además de la vacunación, durante las relaciones sexuales se puede disminuir el riesgo con el:

  • Uso de preservativos y barreras en el sexo oral, vaginal y anal.
  • Evitando el contacto con sangre, semen y otros fluidos corporales.
  • Evitando el contacto bucal de manos, juguetes sexuales o preservativos.
  • Lavando adecuadamente manos, zona genital y anal antes y después del contacto sexual.

La gran mayoría de personas que han tenido hepatitis B en el pasado adquieren inmunidad frente a futuras infecciones. Sin embargo, la inmunidad no es absoluta ni permanente en todos los casos. La respuesta inmunológica del cuerpo varía entre las personas y puede depender de varios factores, como la edad en que ocurrió la infección, la gravedad de la infección y la salud general de la persona.

¿Qué relación existe entre la hepatitis B y el VIH?

Existen varias relaciones entre la hepatitis B y el VIH debido a ciertos factores de riesgo compartidos y a cómo afectan a la salud general de una persona.

Coinfección: una de las relaciones más importantes es la coinfección, que se refiere a la presencia de ambos virus en una misma persona. Algunas personas pueden ser infectadas con ambos virus simultáneamente o adquirir uno después del otro. La coinfección de hepatitis B y VIH puede ser más complicada, ya que ambas enfermedades pueden afectar el sistema inmunológico y el hígado, lo que puede llevar a una progresión más rápida de ambas infecciones.

Mayor riesgo de adquirir el VIH: las personas con hepatitis B tienen un mayor riesgo de adquirir el VIH si están expuestas al virus durante relaciones sexuales sin protección o el uso compartido de agujas contaminadas. Esto se debe a que la inflamación causada por la hepatitis B puede aumentar la susceptibilidad a la infección por el VIH.

Progresión de la enfermedad: la coinfección de hepatitis B y VIH puede acelerar la progresión de ambas infecciones. Por ejemplo, las personas con las dos infecciones tienen un mayor riesgo de desarrollar cirrosis y enfermedades hepáticas avanzadas.

Tratamiento: la coinfección puede complicar el manejo y tratamiento de ambas enfermedades. Algunos medicamentos utilizados para tratar el VIH pueden afectar la función hepática, lo que puede ser especialmente preocupante en personas con hepatitis B.

Dado que existe una relación entre la hepatitis B y el VIH, se recomienda que las personas con VIH sean evaluadas para detectar la hepatitis B y viceversa. También es importante que las personas en riesgo de infección, como aquellas que tienen múltiples parejas sexuales o comparten agujas, se hagan la prueba de detección de ambas infecciones.

Si se tiene hepatitis B, es importante descartar la posibilidad de haber contraído otras ITS y el VIH.

La vacuna contra la hepatitis B es segura y recomendada para personas con VIH.

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